2.9.08

EL ACCESO IMPOSIBLE DE UN FUGITIVO

Andar en un auto sin papeles, sin placas o, en su defecto, sobrepuestas se considera un crimen imperdonable por la autoridad del tránsito local. Hay que estarse cuidando las cajuelas minuciosamente y al primer indicio de una motocicleta o una sirena de patrulla es necesario actuar inmediatamente. Las posibilidades son variadas: o puedes acelerar para perderte entre la corriente del tráfico u orillarte para estacionarte. En caso de no tener tiempo o espacio es fundamental manejar lentamente, actuar natural, nunca voltear directo al vehículo con sirena (pero nunca perderlo de vista) y rezarle a tu santo preferido para que se pase de largo.
Por lo anterior, conducir a través de la ruta que te lleva de la UABC al CECUT es meterte en la boca del lobo. Es seguro toparte una o dos patrullas circulando, pues hay una delegación cerca. Casi siempre está tranquilo. De vez en cuando te topas con algún miserable conductor sacando sus posesiones del auto y despidiéndose de él mientras una grúa lo está enganchando y el patrullero llena un formulario inútil. Gracias, piensas, qué bueno que no fui yo, que el patrullero está distraído y aceleras para llegar a salvo a tu destino (en este caso el CECUT).
Adentrarse a la Zona Río es el acabose. En horas pico del cruce fronterizo todos los alrededores parecen estar sitiados. Sirenas por cada esquina, policías dirigiendo la circulación. En momentos como estos donde los pitidos constantes de los autos bombardean el ambiente y las rayadas de madre decoran el paisaje no alcanzas a visualizar la mejor ruta alterna y (¡chingada madre!) por error das vuelta en la glorieta equivocada y de repente te encuentras haciendo línea para cruzar a los pinches Estados Unidos.
Más pitidos. Más rayadas de madre. Más policías. Más desesperación.
Después de 15 minutos el carril parece despejarse y la fila avanza, logras salir al tránsito local y precisamente en ese instante tres patrullas en caravana con las sirenas encendidas van detrás de ti escoltándote a la próxima delegación, criminal fugitivo, para quitarte el carro y ponerte tras las rejas. Por lo menos los pitidos que te escupen te hacen pensar eso. En realidad quieren que te quites porque tienen que extorsionar a algún otro pez gordo más importante que tú, iluso estudiante. Se pasan de largo.
Y no es lo peor. El acceso al estacionamiento del CECUT está obstruido como casi siempre. Hace tiempo que se pensó hacer un carril especial para usuarios del Centro Cultural pero todavía no llega. Por eso es necesario adentrarse a la Plaza Río (cinco pesos por cuatro horas) y cruzar de milagro corriendo por la avenida como fugitivo que burló de nuevo a la policía. Por un rato suspiras, a gusto, y te preparas para una buena excusa del porqué llegaste tarde y piensas: Definitivamente tengo que tramitar esos pinches papeles.

Un ejercicio para el Taller de Crónica Literaria de

Fabrizio Mejía Madrid

1.09.08, CECUT, Tijuana